Se cita a la presentadora de un programa de entrevistas estadounidense Oprah Winfrey con la maravillosa frase: "Decir la verdad es la herramienta más poderosa que todos tenemos".
Pero, ¿qué pasa si todavía no sabes la verdad porque el trauma hace que sea difícil recordarla (lo cual no es inusual por razones fisiológicas del cerebro)? ¿Y qué pasa si sabes la verdad pero no quieres aceptarla porque sería una lástima?
Y para complicar aún más todo… ¿y si se sabe y se dice la verdad, pero no se cree porque tal experiencia supuestamente no puede (o no debe) existir?
A veces esto adquiere rasgos maliciosos: cuando, por ejemplo, los programas satíricos se burlan de los afectados por la violencia ritual con caras de diablo, los periodistas o los empleados de la iglesia escriben sobre "víctimas autodefinidas" y abusan de citas de la Biblia para suponer que esto es la estupidez y la necesidad de autopromoción.
Se trata, por supuesto, de excesos, pero perjudican claramente el trato justo de los afectados y la visión más diferenciada de la cuestión de la credibilidad de sus recuerdos. Siempre ha habido muchos mitos en torno a la violencia sexual extrema, especialmente contra los niños. Lo que esto significa para el debate actual y por qué la falta de diferenciación se convierte en desinformación que impide la educación y la ayuda adecuada se explica en los textos adjuntos aquí.